LOS ABOGADOS Y LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA FRENTE A LA IA. Amenazas, retos y oportunidades.
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Toda la sociedad, en especial los abogados tenemos gran
expectativa frente a la sentencia de tutela que se dictará en el expediente T-9.301.656,
en el que la Corte Constitucional se pronunciará en relación al uso de la IA en
el ejercicio de la función jurisdiccional. Sobra explicar la importancia de esa
decisión. Sin duda la IA generará (corrijo, está generando) una importante
transformación en el mundo jurídico.
En desarrollo del trámite de esa acción, la Corte
requirió a los Colegios de Jueces y Fiscales para que respondieran algunas
preguntas en relación al conocimiento y uso de la IA. Estos son algunos datos
entregados por los funcionarios encuestados en Antioquia: Sólo un 18% ha
utilizado la IA. De ese 18% solo el 14% considera que su uso fue útil. El 94% de
los encuestados señala que no ha recibido capacitación en IA. El 41% considera
que la IA trae beneficios frente a la eficiencia de la administración de
justicia. El 65% considera que el uso de la IA
genera riesgos para el ejercicio del derecho al debido proceso. El 63% señala
que el uso de la IA afecta la independencia del juez. Frente a la permisión del
uso o su restricción al momento de elaborar sentencias, las opiniones
estuvieron divididas en un 50% a favor y un 50% en contra.
Tuve la oportunidad de apoyar al Colegio de Jueces y
Fiscales en la elaboración de la respuesta al requerimiento realizado por la
Corte Constitucional, actividad que coincidió con la invitación al “IV Mega
congreso mundial. Hacia la Nueva Era de los derechos fundamentales”, en el que
participamos con la ponencia “La administración de justicia frente a la IA.
Amenazas, retos y oportunidades”. Queremos compartir, con la actitud de quien
apenas se acerca a un tema de gran importancia, las siguientes ideas en
relación al papel de la IA en el ejercicio de la función jurisdiccional y su
repercusión frente al derecho fundamental de acceso eficaz a la misma.
1.
En medio de una aguda crisis de la administración de
justicia, es fundamental colocar la IA al servicio de la función esencial del
Estado de velar por la convivencia social en parámetros de orden, justicia y
bien común. La IA, con la gran capacidad para almacenar datos y generar
información, debe servir de apoyo para el cumplimiento de los fines del Estado
(garantizar la efectividad de los principios, derechos deberes consagrados en
la Constitución” Art. 2 C.P.) y para la protección del principio de eficiencia
en la administración de justicia y del derecho fundamental de acceso eficaz a
la misma (Art. 229 C.P).
2. El funcionario jurisdiccional que exige el Estado social
y constitucional de derecho debe estar en contacto permanente con la realidad
social local, regional y nacional, estar atento a sus transformaciones y
requerimientos. La IA facilita un conocimiento de esa realidad, convirtiéndose en
una importante herramienta para la administración de justicia. Anteriormente íbamos
a la biblioteca, luego vinieron las bases de datos; ahora es la IA.
3 Se debe tener presente que “los algoritmos son tan
buenos como los datos con los que fueron alimentados” ([1] ¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de
la automatización”. Debate, Bogotá, 2018, p. 177). Significa que siempre deberá
realizarse un análisis preventivo y cauteloso del uso de la información en los
siguientes aspectos: quién recolectó los datos, con qué interés, qué
conocimiento tenía de la realidad sobre la cual se construyeron los datos, así
como de aquella en la cual se van a aplicar, entre otros. La IA es “un algo”,
no es “un quién”, y como tal debe prestar importante ayuda a los abogados y a
los administradores de justicia, sin sustituirlos, debiéndose implementar unos
principios jurídicos que limiten su uso.
4.
La IA ayudará a armonizar
un pensamiento lógico-racional (propio del Estado liberal donde el juez era un simple
operador lógico del silogismo subsuntivo) con un razonamiento a partir del
logos de lo humano o razonabilidad. Depurará el ejercicio de la profesión en la
medida que las tareas más técnicas serán dejadas a la “Machine learning”, por
ejemplo, a Alexa o a Siri. Pronto diremos “Alexa, liquídame este crédito; hazme
este informe estadístico, encuéntrame la sentencia hito en determinado tema” y
muchas funciones más. Las tareas menos técnicas como aquellas en la que se debe
interpretar, valorar, argumentar o, en términos generales, aplicar la lógica de
lo razonable, quedaran en manos de los verdaderos juristas.
5.
Se debe advertir, como lo resalta Andrés Oppenheimer[1],
citando a McGinnis y Pearce, que “…el efecto disruptivo de la inteligencia
artificial va a terminar con el monopolio de los abogados y beneficiará a la
sociedad y a los clientes, a medida que los servicios legales sean cada vez más
transparentes y accesibles para los consumidores y el acceso a la justicia sea
generalizado” Ob. Cit. P. 177.
6.
En ese mismo sentido, los mejores abogados no serán
aquellos que ejerzan funciones que puedan ser sustituidas por la IA (aplicación
racional del derecho) sino los que mejor interpreten la norma, los que mejor
argumenten, los que logren ajustarse más rápido a los cambios sociales, los más
innovadores, los que ofrezcan mejor
solución a los casos difíciles, los que logren acompañar a sus clientes de manera
integral y personalizada.
7.
La IA no puede representar un obstáculo en la búsqueda de
ese juez que debe dejar de ser “frío funcionario que aplica irreflexivamente la ley”.
Promoverá un juez que se proyecte más allá de las formas jurídicas, para “atender
la agitada realidad subyacente y asumir su responsabilidad como un servidor
vigilante, activo y garante de los derechos materiales” SU-768 de 2014.
[1] ¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de
la automatización”. Debate, Bogotá, 2018.
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